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Biografía

SPEAKEASY: UN SECRETO A VOCES.

speakeasy

Santo y seña!

 Adrián Marín!

La puerta trasera de Dry Martini se entreabre, pesada, chirriante. Detrás del portalón de hierro con diminuto letrero grabado en metal nos miran, fingimos mirar también, un poquito de desconfianza le viene bien a la clandestinidad. Un pasillo por el que siempre me pierdo me lleva al almacén de la coctelería reconvertido en salón-comedor. Nos rodean miles de botellas estratégicamente iluminadas, diseño de sencillez estudiada, homenaje al contenido y a su continente, de la Ley Seca a la ebriedad exquisita, del matón elegante al hedonista de buena fe, del burdo pecado a la sabiduría de la virtud horaciana, … Me olvidé la peluca de Mae West.

 

Chafardeo la cocina de refilón, me estreno como voyeur gastronómica, husmeo clandestinamente y veo a Adrián Marín entre los flashes de las cámaras y la satisfacción de Javier de las Muelas estrenado el puente de mando. Adrián Marín, después de pisar el Drolma, Can Fabes y el Martín Berasategui ha desembarcado en  Speakeasy, Dry Martini coincidiendo con su décimo aniversario. Sus platos de lujo equilibrado le vienen bien a la atmósfera de esta emblemática coctelería barcelonesa, un clasicismo renovado que se degusta en una privacidad al alcance de todos. En una cocina que no está a la vista del comensal para romper con los parámetros actuales se huele el frenesí de una liebre a la Royal -¡ pas posible!-, filetes Wellington, cabritos al aroma de salvia, terrinas de perdiz con pistachos y cítricos, fondos que se transformarán en densas cremas de nécoras, un bogavante que caerá en una marmita, una lubina con crema de trufas y setas maridada con un cóctel con nombre de fémina con agallas: Indira. Algo de ron, ginebra, caña de azúcar, lima y una pizca del afrodisíaco cardamomo. No esperaba menos de este comedor. Los amores, cuanto más clandestinos, mejor. Las camareras- discretas- llevan uniformes blanquísimos con botones dorados que brillan con las luces indirectas del salón- almacén, Trajín de copas con rojos reservas riojanos y blancos de Rueda, el champagne Mumm de Cramant Gran Cru pone la guinda a la conversación que debo dejar a medias por causas de fuerza mayor. Me apunto la contraseña de Speakeasy: Adrián Marín, chef.

 


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Por Ines Butrón
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