Me siento en el córner de una mesa con un grupo de bloggeros que me reciben con los brazos abiertos, a pesar de no haberme visto en su vida,  y hablo y hablo por los codos, y cuando  no hablo,  fantaseo. Pienso en Amelie, ahora que me he cortado el pelo, y  sus pequeños placeres: meter la mano en los sacos de legumbres, romper el caramelo de la crème brulée con la cuchara, adorar las alcachofas:   Al menos usted nunca será una hortaliza porque hasta las alcachofas tienen corazón.

Este pagès– pienso-  debe tener un corazón tan grande como la caja de alcachofas culonas que acaba de traer porque ha venido un sábado por la mañana con las manos tiznadas a vender su alma al blogger. Es lo que tiene la tierra, que te mantiene en contacto con el suelo. Nos habla de esa variedad, casi hermana de la de Tudela, pero con características propias que le ofrecen el fondo esponjoso y húmedo de este delta metropolitano, la humedad, y un frío que no mata- casi nunca- la alcachofera y sus frutos.

Gordas y apretadas como culos de negra cuando el día es corto,  con agujerito en el centro, sin pelo en el pecho, tiernas, pero  no blanduscas;  o puntiagudas y alargadas, como modelos haute couture, cuando el día se decide a extenderse, la alcachofa del Prat es la reina de la nevera invernal. Es el comodín de mi cocina. ¿Qué hay para comer?. Tortillita de alcachofa y ajos tiernos, sepia con patatas  y alcachofas, arrocito de conejo y alcachofas, alcachofas al horno, alcachofas con guisantes y huevo  en sobrehúsa- sin tomate, sólo con ajos, harina y vino blanco- , alcachofas con almejas,  con morcilla, al estilo del Comidista, fideos con costilla y alcachofas, con pollo….. alcachofas con tó.

Imagen: sepia con patatas y alcachofas.

Pero hoy voy a probar algunas de estas bandejas calentitas que pasan por mi lado, que para eso he venido al Prat de LLobregat. Están los cocineros pelando y torneando corazones como máquinas de matar : alcachofas en tempura, en buñuelitos, en carpaccio ( cruditas y finas, como le gustaban a mi madre), en espuma, esferificadas ( tiempos modernos!). Lo más probable es que entre la cerveza y el aperitivo voy a hacer reventar mi vejiga, pero todo sea por el territorio y el producto de proximidad. Antes de que esta tierra plante ruletas, probablemente rusas, y tengamos que ir a Benicarló o a Tudela a por la hortaliza, vamos a comer alcachofas entre el 8 y el 31 de marzo en unas jornadas que apadrina el inclasificable Miqui Puig y gestiona la Asociación de Gastronomía y Turismo de la localidad y el propio ayuntamiento. Un buen número de restaurantes de la zona pondrán en marcha sus fogones para imaginar la mejor alcachofa y el pollo más suculento, pero yo, de vosotros, antes me daría una vuelta por el Parc Agrari. Para comprender el producto hay que pisar el barro, si cal.

¿Y el pollo????? El pollo vedette, reinona carnavalera, de largas piernas, azul eléctrico – un punto necrótico-,  de plumas muy negras  y bermejas en el culo, tirando a pelirroja de bote, en la montera. Un pollo Folie Bergère, con cresta altiva muy, muy roja,  a lo Norma Duval en sus años mozos, hace aparición en la sala donde damos cuenta de un arroz con el fiambre y sus compañeras de huerta. Como a mí no me gusta el arroz frío, dejo que otros hagan las fotos. Este bicho debió comer muy bien en su juventud, en  sus cortos 90 días, porque está amarillo cirrótico, color mazorca,  y tiene unos muslos de nadadora sincronizada. Por algo luce en su pota blava la IGP que le concedió la Europa unida(¿?).

Me voy de El  Prat y veo el aeropuerto a lo lejos, el curso del  río,  el Parc Agrari, el hospital de Bellvitge ( ¿cuántas horas  mirando tus campos desde las ventanas de la unidad de cardiología!) y me  digo mí misma: NO LE PONGAIS PUERTAS AL CAMPO!.

Imagen. Pollo asado con limón y romero