Imagen:ensalada a medida en Organic’s
Bio, orgánico, ecológico… Cada vez vemos más estos adjetivos asociados a productos, tiendas o restaurantes, incluso no es difícil encontrar en Barcelona listados de lugares interesantes o recomendados. Están por todas partes. Se diría, con una palabra que odio usada en el terreno de la alimentación, que es tendencia.
Salir a la calle y encontrar pequeños negocios de restauración en los que hay un par de personas al frente de una minúscula cocina, plantitas de hierbas aromáticas y mesas de madera reciclada es ya de los más normal en cualquier ciudad europea, incluida Barcelona. En la carta, quinoas a porrillo con verduras, quiches de más verduras, arroces integrales o salvajes con más verduras, hamburguesas de judías o tofu, pasteles de zanahoria, batidos o smoothies para desintoxicar, desinflar, desengrasar. Es tan inequívocamente sana, saludable y uniforme la oferta que, al final, uno acaba pensando que la cocina será vegana o no será.
El paseante que, como nosotros, está más o menos preocupado por encontrar alimentos de buena calidad, a ser posible de un entorno próximo, de temporada, y ya, para rizar el rizo, no excesivamente caro ( no buscamos delicatessens agrícolas) acaba pensando que el márqueting gastronómico ha encontrado en este nicho de establecimientos y de consumidores un terreno más que abonado para sacar todas sus armas. Los unos a los otros se parecen terriblemente, tanto en la oferta como en el modo en el que venden/presentan esos platos naif llenos de color. Al final, sólo los veganos y los vegetarianos se sienten identificados con esta ambientación tan de cartón piedra. La mimetización de estos nuevos negocios de la restauración ( porque, ojo, sobre todo son negocios) hace que el público que puebla estos rincones floridos de nuestra ciudad coma -en armonía con la naturaleza y el yogui de al lado- básicamente derivados de la soja y cereales integrales exóticos con muchas verduras al vapor
Imagen: Mostassa, en la calle Aribau.
Imagen: comedor de Woki Market. Ronda Universitat.
Imagen: vegetarianos de El Raval
Pero, ¿Y qué pasa con los omnívoros como nosotros? Pues la verdad es que más allá de las verduras, hortalizas, vinos, aceites, panes, harinas o quesos la lista se va reduciendo porque la producción de los animales criados en libertad y sin hormonas, desde gallinas hasta terneras, es terriblemente costosa y hay , lógicamente, menos demanda. Con todo, las tiendas de productos ecológicos son de sobras conocidas. Con Veritas a la cabeza tirando del carro se han abierto pequeñas tiendas en todos los barrios, amén de los mercados semanales de pagès o mercats de la terra en los que uno puede comprarle directamente al productor, o las tiendas on-line como Can Perol.
Supermercado ecológico. Aribau.
Hay, incluso, negocios que han apostado por mezclar el formato supermercado con el restaurante propiamente dicho, como el Woki Market, de Ronda Universitat. Es decir, uno puede sentarse a comer, básicamente woks que le preparan a su gusto y al momento, pero también pastas, carnes, hamburguesas y, cómo no, comida vegana. El día de su inauguración pudimos probar algunas de sus propuestas de la mano de unos de sus artífices, el chef Xavier Pellicer.
Imagen. Mostassa. Aribau.
Sin embargo, vemos en la práctica que el mundo vegetal sigue pesando demasiado, por razones obvias, en este tipo de negocios, y el menú se hace previsible y hasta repetitivo. Si queremos encontrar, entonces, producto bio cien por cien en una carta variada sin concesiones a las nuevas tendencias del veganismo o el vegetariano que, a mi modo de ver, ya tienen locales específicos, la cosa se complica mucho. Es necesario urgar entre los restaurantes KM0, es decir, aquellos que tienen el distintivo que otorga Slow Food a los restauradores que incluyen en sus platos producto local, de proximidad, producidos bajo premisas de sostenibilidad. Entre esta lista están desde los buenos bocadillos de Fastvínic, la delicada cocina de Sergi de Meià o las hamburguesas gourmet de El Filete Ruso. Tres opciones en los que uno encuentra ya donde escoger sin necesidad de sentirse alienado por la Vía Verde tan de moda.
Por último, los hay que «han inventado» el simply real food: Organic’s , un buffet libre con productos cien por cien orgánicos, elaborados en la propia cocina y dirigido y asesorado por el chef Fran Heras, chef de Llamber. Este restaurante, dando una vuelta de tuerca a su oferta y, justamente, para llegar a un público que vaya más allá de las veganas ( la gran mayoría son féminas) y los vegetarianos, cambia radicalmente la puesta en escena de la mañana a la noche, se viste de largo y ofrece toda una carta de los más tradicional, tapas y platillos de toda la vida, pero con productos ecológicos certificados. De esta manera, por la mañana reinan los bocatas de buen pan con frutas o algo de bollería, las ensaladas y las hamburguesas, la pasta o las combinaciones de cereales con verduras al mediodía y…por la noche, cena de gala ecológica:)
Bocadillos y sandwichs en Organic’s
Hamburguesas de carne ecológica cien por cien en Organic’s
Cambio de carta, cambio de look: Organic’s de noche